Jamás
he tocado un barro, una espinilla, no soporto ver heridas, ni siquiera limpié
los ombligos de mis hijos, lo hacía el papá y sufrí limpiándoles las colitas, sé que los profesionales ya
dieron su diagnóstico pero qué hago, no me gustan los olores, ni las cosas como
las que mencioné antes. Lo importante
ahora es que recibí una invitación para asistir a una charla y el asunto en el
correo era: GUARDA UN DIENTE SALVA UNA VIDA. Este título me hizo voltear la
cabeza, alzar los ojos y concentrarme: ¿Cómo un simple diente puede salvar una
vida? ¿Tendrá magia este eslogan? Acompañé
a mi hermano el odontólogo Alejandro
Alonso y me advirtió que iba a ver imágenes un poco feas, no importa le dije,
el tema me llama poderosamente la atención, superaré ver muelas cocas y dientes
podridos para tener información sobre cómo un diente puede salvar una vida. La charla
comenzó y entré a un mundo desconocido, el de las células madres.
Creo
que el ratón Pérez se quedó sin trabajo a no ser que se asocie con la empresa
que guarda los dientes porque son una fuente abundante de células madre que se pueden
convertir en huesos, piel, músculos, células cardíacas, nerviosas (eso dice el
folleto) Abrí los ojos y llevé la mano a
la boca: NO LO CREO, siempre he sido como santo Tomás hasta no ver no creer. ¿Un
diente mío me puede salvar? Por qué no salvan a todo el mundo de enfermedades,
de la falta de movilidad, de tantas cosas que sufrimos los seres humanos, mi
muela coca puede arreglar mis rodillas. Eso tan bueno no puede ser verdad, el
conferencista se reía, no señora, su muela o su diente no la ayudará. ¡Pero me
está diciendo que un diente o una cordal es la salvación para el mundo! Sólo
los dientes de leche de los niños y los jóvenes hasta los 26 años se pueden
guardar. Perdí el año, ya con 64 febreros ni modo, sin embargo, me dice el
doctor, si tiene nieto, claro que tengo,
dije orgullosa. Un diente del nieto puede ayudar primero al dueño del diente,
luego a los padres, hermanos, abuelos, tíos. Pues a recoger todos los dientes de
mi nieto y ¿Dónde los guardo, en una cajita?
No
es tan fácil, me dijo. Ya me imaginé las trabas, legales primero que todo, de conservación
también. Sí eso precisamente, tan pronto el diente de leche se mueve hay que
sacarlo de inmediato, introducirlo en leche y enviarlo a la empresa que en este
caso está en Medellín y ella lo transporta a Estados Unidos. Cálculos en pesos
fue la primera pregunta, sí desde 1.000 USD hasta 2.500 USD.
Todo
esto fue mágico ¿Por qué en mis 64 años, jamás escuché esto? ¿Es un nuevo
negocio? ¿Las investigaciones sobre este tema tienen fundamento científico? Me mostraron
una foto de un corazón pero vi una bolsa, era la envoltura y me decía el conferencista que con las células madres
obtenidas del diente se puede generar un nuevo corazón. ¿Entendí mal? No soy médica,
no sé si sea cierto pero mi pobre imaginación alcanzó a ver hadas, duendes y
seres diminutos rellenando esa bolsa con tejidos, coronarias y cuanta cosa tiene un corazón. No solo esta imagen,
pensé en clonación, contaminación, cómo sé que me guardaron el diente de mi
nieto, vivimos en un mundo donde prima
la corrupción y se volvería esto en tráfico de dientes y muelas cocas. Me tranquilizó
con estas dudas el doctor, diciendo que sólo sirven para los dueños de dientes
y familiares para otra persona no.
CONCLUSIÓN:
Fue una charla como dije mágica para mí, interesante por el tema y salí un poco
de la ignorancia sobre las células madres pero quedé con vacíos y dudas.
De
niña me decían que el Ratón Pérez hacía un collar con los dientes y me imaginaba
un collar larguísimo dándole la vuelta al mundo (Sería que por eso me dediqué a
hacer collares?)
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