3 de junio de 2016

GUARDA UN DIENTE SALVA UNA VIDA


Jamás he tocado un barro, una espinilla, no soporto ver heridas, ni siquiera limpié los ombligos de mis hijos, lo hacía el papá y sufrí limpiándoles  las colitas, sé que los profesionales ya dieron su diagnóstico pero qué hago, no me gustan los olores, ni las cosas como las que mencioné antes. Lo  importante ahora es que recibí una invitación para asistir a una charla y el asunto en el correo era: GUARDA UN DIENTE SALVA UNA VIDA. Este título me hizo voltear la cabeza, alzar los ojos y concentrarme: ¿Cómo un simple diente puede salvar una vida?  ¿Tendrá magia este eslogan? Acompañé a  mi hermano el odontólogo Alejandro Alonso y me advirtió que iba a ver imágenes un poco feas, no importa le dije, el tema me llama poderosamente la atención, superaré ver muelas cocas y dientes podridos para tener información sobre cómo un diente puede salvar una vida. La charla comenzó y entré a un mundo desconocido, el de las células madres.

Creo que el ratón Pérez se quedó sin trabajo a no ser que se asocie con la empresa que guarda los dientes porque son una fuente abundante de células madre que se pueden convertir en huesos, piel, músculos, células cardíacas, nerviosas (eso dice el folleto)  Abrí los ojos y llevé la mano a la boca: NO LO CREO, siempre he sido como santo Tomás hasta no ver no creer. ¿Un diente mío me puede salvar? Por qué no salvan a todo el mundo de enfermedades, de la falta de movilidad, de tantas cosas que sufrimos los seres humanos, mi muela coca puede arreglar mis rodillas. Eso tan bueno no puede ser verdad, el conferencista se reía, no señora, su muela o su diente no la ayudará. ¡Pero me está diciendo que un diente o una cordal es la salvación para el mundo! Sólo los dientes de leche de los niños y los jóvenes hasta los 26 años se pueden guardar. Perdí el año, ya con 64 febreros ni modo, sin embargo, me dice el doctor,  si tiene nieto, claro que tengo, dije orgullosa. Un diente del nieto puede ayudar primero al dueño del diente, luego a los padres, hermanos, abuelos, tíos. Pues a recoger todos los dientes de mi nieto y ¿Dónde los guardo, en una cajita?

No es tan fácil, me dijo. Ya me imaginé las trabas,  legales primero que todo, de conservación también. Sí eso precisamente, tan pronto el diente de leche se mueve hay que sacarlo de inmediato, introducirlo en leche y enviarlo a la empresa que en este caso está en Medellín y ella lo transporta a Estados Unidos. Cálculos en pesos fue la primera pregunta, sí desde 1.000 USD hasta 2.500 USD.

Todo esto fue mágico ¿Por qué en mis 64 años, jamás escuché esto? ¿Es un nuevo negocio? ¿Las investigaciones sobre este tema tienen fundamento científico? Me mostraron una foto de un corazón pero vi una bolsa, era la envoltura y me decía  el conferencista que con las células madres obtenidas del diente se puede generar un nuevo corazón. ¿Entendí mal? No soy médica, no sé si sea cierto pero mi pobre imaginación alcanzó a ver hadas, duendes y seres diminutos  rellenando esa bolsa con tejidos, coronarias y cuanta cosa tiene un corazón. No solo esta imagen, pensé en clonación, contaminación, cómo sé que me guardaron el diente de mi nieto, vivimos en un mundo donde prima la corrupción y se volvería esto en tráfico de dientes y muelas cocas. Me tranquilizó con estas dudas el doctor, diciendo que sólo sirven para los dueños de dientes y familiares para otra persona no.

CONCLUSIÓN: Fue una charla como dije mágica para mí, interesante por el tema y salí un poco de la ignorancia sobre las células madres pero quedé con vacíos y dudas.


De niña me decían que el Ratón Pérez hacía un collar con los dientes y me imaginaba un collar larguísimo dándole la vuelta al mundo (Sería que por eso me dediqué a hacer collares?) 

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