21 de febrero de 2014

Me senté a leer en la Iglesia de San Francisco

Soy sincera, llevo 33 años viviendo en Cali, he pasado por la plazoleta muchas pero muchísimas veces y jamás se me había ocurrido entrar a la Iglesia de San Francisco, es más no sabía ni cómo se llamaba. ¡Mea culpa! Y eso que yo entro a la Iglesias por convicción, por convicción de ver arte religioso, tocar texturas, ver paleta de colores, oro y plata, me encanta, pero jamás había entrado a esta. Además me dice el guarda: "Aquí al lado está la de la Inmaculada" - ¿Pegadas las iglesias? pregunté. después de 33 años por qué entré? por cansancio, acompañé a mi hija a la fiscalía para que tuviera con quien conversar mientras la atendían, ohh sorpresa me sacaron del lugar jajajajaja no por mala persona sólo por ser acompañante y no tener nada que decir ni hacer en la fiscalía. Me fui de compras al centro, volví, fui a pedir información sobre los pasaportes,  volví, después de caminar y caminar, el único sitio que pensé era tranquilo y podía leer en mi celular un libro, era la iglesia que tenía frente a mí. Me senté en un banco, miré de reojo,  sentí miedo, yo, la valiente, estaba oscuro y a los lados había estatuas con pelo largo, se notaba que era pelo de verdad, al fondo un altar lateral con imágenes que daban susto, el silencio me aterró.


 Saqué mi celular y empecé a leer, los hombres no me dejaron, fue impresionante la cantidad de hombres de todas las edades que entraron a ver el santo aquel. ¡HOMBRES! Quién lo diría, pensé encontrarme con muchas mujeres de falda larga, monjitas, pero no, muchos hombres que hablaban con el santo cach...perdón con san Francisco (no pude tomar una foto mejor por la oscuridad reinante) Supe que se llamaba así porque el guarda empezó a rondarme, tal vez se preguntaba qué hacía una señora sentada más de una hora mirando cuanto hombre entraba. Por tener qué conversar le pregunté quién era el señor al que le rezaban tanto, me miró extrañado: ¿NO SABE? - No señor no sé - Es San Francisco - Ahhh y hace muchos milagros? - Sí señora, bueno eso dice la gente.- Después de hora y media sentada en un banco duro, conté 48 hombres, 19 mujeres, entre ellas 5 con niños. No leí, pa´qué voy a decir que lo hice. Empecé a poner ies en las notas del celular cada vez que entraba un hombre y una Y por cada mujer. ¡HOMBRES! quién iba a creelo. Entró uno cincuentón,  elevó las manos a la altura de la mente (Marce y mi hijo me entienden jajaja) empezó a moverlas y hablar, las subía, las bajaba y después hacía la mímica de quitarse unas vendas de los ojos, me dio esa impresión, se quitaba algo, pasó al cristo de pelo largo que era pelo de verdad y le habló, salió y compró una veladora y la prendió en el altar de las estatuas de miedo. Acto seguido entró un muchacho joven, buen mozo, medio atleta, con un velón ¿Qué carajos hace este muchacho en este sitio? me di cuenta que hablaba yo con yo ¿Tendrá fe? pues sí, por eso está aquí, volví a decirme. Entró un mendigo a pedirme limosna, lo miré diciendo estoy igual y siguió su camino. LLevaba ya 9 ies y entró una pareja de mujeres, se arrodillaron, lloraron frente a la Virgen, luego pasaron a San Francisco, luego al cristo con pelo y por último al altar lateral. Otro mendigo me pidió limosna, le puse cara de tragedia y se retiró. Un señor alto con un buen pantalón se arrodilló y caminó de rodillas, no pude, lo juro que no pude volverme seria, me levanté con una risa infame. Una mendiga entró, me miró, no pidió nada. El guarda se me acercó, me dijo ¿Ya vio el altar mayor? Lo remodelaron. Me llevó a verlo, muy lindo, me contó la historia de la iglesia, de la comunidad franciscana, me encantó ver unas figuritas en el altar, muy elaboradas, buen trabajo, le pregunté esos señores quienes son? le dio risa y me dijo son santos franciscanos y las de abajo mujeres franciscanas, ahora me dio risa le dije: Siempre las mujeres debajo de los hombres y la mendiga empezó a moverse entre las bancas mirándome. ¿Ya vio el púlpito? también lo restauraron -Ahh qué bonito quedó, de verdad algo tienen los púlpitos desde pequeña me han gustado. Volví al banco a seguir contando hombres, ahora contaba cuántos llevaban velones. La mendiga, bueno era más bien loquita,  se me acercó y el guarda le pidió que se retirara de la iglesia, comenzó a gritar, mi celular sonó y yo no me atrevía a contestar por miedo a que me lo rapara. Era mi hija, me estaba buscando ¿Madre dónde estás? no me dijiste que en la iglesia te ibas a quedar? -¡Estoy en la iglesia! - Yo también pero dónde? ella por una puerta y yo por la otra y la loquita quería robarme el celular, el guarda la sacaba y ella pedía protección de la policía. El silencio se fue y el miedo a la oscuridad, al pelo del cristo, a los santos se volvieron realidad, estaba en medio de una riña callejera dentro de un santuario, por fin encontré a mi hija y tomamos el primer taxi que pasó.

3 comentarios:

  1. Anónimo8:15 p.m.

    Mariu!! Que buen post, como siempre las iglesias son buen material para cosechar historias :D

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    1. me faltó contar otras tantas, creo que haré un cuento jajajaja

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  2. Anónimo10:07 p.m.

    Primita a mi me pasa igual, las Iglesias me provocan cierto temor. Los pelos de los santos me asustan y presiento que los ángeles van a comenzar a revolotear por la cúpula de la iglesia.

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