19 de septiembre de 2011

¡Me obligaron a leer!


¡Obligar a leer qué horror!  A nadie se obliga. Yo digo que depende, si es un país donde el analfabetismo es una cifra alta dentro de las estadísticas, obligaría como estado a aprender a leer y escribir a todo el mundo.  Pero como no creo en políticos, ni estado, ni votos libres de corrupción, esta utopía que todo el mundo tenga acceso al aprendizaje la envuelvo y  centro la historia sobre cómo me obligaron a leer y aunque parezca un horror doy gracias a Dios, a mi madre y mi profesora de literatura. Mi santa madre nos enseñó (a mi hermano y a mí) las vocales y aprendimos con ella a escribir y leer  antes de entrar al colegio. Claro cuando llegamos a kínder ya sabíamos muchas cosas y por ser “tan inteligentes”  (aquí es cuando Marce salta) nos pasaron a primero. A mi madre le gustaba cantar mientras planchaba y de paso mi hermano y yo con cancionero en mano tratábamos de seguirle el paso a cada sílaba. Así comenzó mi lectura con un cancionero. 


  Si no me sabía la música las leía como poesía. Dejé de hacerlo un día que haciendo gala de mis dotes histriónicas, dediqué (por lo menos el título me pareció regio para la ocasión) una hermosa canción a mi auditorio, mi mamá y mi abuelita. Venia ante el público y  con voz muy alta dije: ESA ES MI MADRE de Julio Flórez,  Ves esa vieja escuálida y horrible… - El llanto no se demoró en llegar y salí corriendo -  hasta aquí llegó mi carrera como cantante y poetisa. Sumado al cancionero las veces que salíamos al centro de Bogotá (hablo del año más o menos 57) siempre entrábamos a librerías que para mí eran oscuras, tenebrosas  pero tenían un encanto maravilloso, terminaba pidiendo mini cuentos o cuentos de bolsillo, eran diminutos yo creo que medían unos 5 centímetros, de color amarillo pollito. A medida que iba creciendo mi afición por  los cuentos cambió de rumbo  y la colección de cuentos de bolsillo se volvió de libros  de bolsillo pero de pasta dura y roja, el primer libro fue Rimas y leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer.  Mi hermano era más inquieto en estas lides de la lectura y mi buena madre quiso regalarle un libro  llamado Bertoldo, Bertoldino y Cacaseno. Recorrímos todas las librerías de Bogotá hasta que por fin en una más oscura que las otras, surgió el dichoso.  Mis pies ya no aguantaban, tan pronto lo vi pensé: Todo por un pendejo libro pequeño, sucio y de hojas amarillas. (yo podía decir pendejo en esa época) Espero hermano que todavía lo tenga, la patoniada fue dura. Ya en bachillerato mi profesora de literatura nos exigía casi que un libro a la  semana, por ella leí a Camus, Kafka, los clásicos, la Ilíada, la Odisea, los costumbristas típicos, el Alférez Real, María, Rayuela, Memorias infantiles y muchos pero muchos más. Ya en el año 67 mi querida profe (QEPD) nos puso a investigar sobre un señor que nació en Aracataca llamado Gabriel García  Márquez, no existía google por supuesto, busqué en la enciclopedia Barsa, la Cumbre, fui de casa en casa de vecinos, amigos, amigos de los amigos, familia y no existía documentación alguna. Muy segura de mi trabajo de campo  le dije a mi profe: a ese señor sólo lo conoce la mamacita de él  y como nota tuve un 1, asumo que  por la forma de hablar  más no por  el hecho de no hacer  la investigación. ¡Pero investigué! Para recuperar la nota tuve que ir a la Biblioteca Luis Angel Arango. Otra obligación que aprendí: ¡No se quede quieta, investigue! Por esa época se implantaron los centros literarios donde se leía un libro y luego se analizaba desde varios enfoques: psicológicos, de narración,  de fluidez, podíamos hacer esos análisis mejor dicho “nos obligaban”. Aparecieron los cineforum  por los años 67 /68/ 69 dirigidos por Carlos Mayolo y Fernando Martínez, todos los colegios participaban ¡buenísimo! Fuera de analizar películas, analizábamos los chicos de otros colegios ¡buenísimos! Más de uno salió ennoviado de esos cineforum.  Recién casada nuestro apartamento tenía más libros del Círculo de Lectores que muebles.  Ahora con casi 60 años y un lapso de muchos años donde dejé mi afición por la lectura y la escritura, vuelvo al redil, con mucho conocimiento en mi cabeza sobre esas lecturas que me obligaron a leer  por eso  ya adulta doy gracias a esas personas que lo hicieron porque en este momento lo hago por placer, por gozo, por compromiso con mi taller. Como todo en  la vida  si no se practica, se olvida, se me olvidó qué decía  Stendhal en su libro Rojo y Negro, se me olvidó qué decía Albert Camus en la Peste, qué decía Juan Ramón Jiménez a Platero y no es Alzheimer ¡no señor! es cuestión de haber dejado la lectura, de practicar. Vengo con mucha fuerza y ansiosa porque como decía mi director  de taller nos queda apenas 20  o 25 años de lectura. Tengo que recuperar el tiempo sin afanes y dándole un puño a quien me dijo: ¡Nosotras ya no estamos para estos trotes! Yo sí estoy para este trote y  muchos más.


Espero no haberlos aburrido con tanto enlace o link que llaman  pero es bueno aprender a través del quinto poder.

Recomiendo  cuentos cortos:

El gato del Brasil de Arthur Conan Doyle


El gato negro de Edgar Allan Poe



El álbum de Anton Chejov


Carta al padre Kafka


Un visón propio de Truman capote



La loca de Guy Maupassant  

4 comentarios:

  1. Hola,

    Qué bonita historia. Así deberíamos aprender, con risa y no con sangre.

    Los invito a leer mi historia de lectura: http://elmarquesdecarabas.blogspot.com/2007/10/no-exijo-una-explicacin.html

    ResponderBorrar
  2. TRANSEUNTE9:53 a.m.

    Cuando se dice que "recordar es vivir dos veces", en escritos como este, compruebo la poderosa verdad del dicho. Esos pasajes salieron de mi memoria y no pude más que sonreir con agradecimiento profundo a la vida. Si, quizás fue nuestra madre quien nos dió el primer impulso por ese amor a la lectura y a las letras (sin descartar los genes, claro está. De mi parte estoy bajando d ela internet esos libros infantiles que dejaron huela en mi alma y haciendo mi biblioteca digital. Claro que todavía tengo Bertoldo, bertoldino y Cacaseno; lo recuperé de otra pariente que se lo habia llevado (prestadito creo)
    Leer es expandir el espíritu, conocer, viajar, alegrarse y entristecer, emocionarse y hasta dormir, en pocas palabras vivir.

    ResponderBorrar
  3. TRANSEUNTE9:57 a.m.

    UUPPSS Para donde se fue mi comentario? No aparece aquí

    ResponderBorrar
  4. Manito!!! esperaba este comentario,no sabía que había tenido que "recuperar" el libro, esa es una herencia divina, mándem ela foto del libro y la subo nada menos como el original de la historia. Fue muy agradable recordar esos pasos que dimos.
    un beso

    ResponderBorrar